Las hipótesis sobre el cómo, el dónde y el cuándo del final de los tiempos se acumulan en la literatura ofreciendo todo tipo de argumentos. En Prometeo en Lima se ilustra una de ellas que encaja además con el espíritu fatalista del siglo XXI a través de la persecución policial de un sociópata (el Ingeniero) que se esconde en algún lugar de la capital del Perú protegido por un grupo residual de Sendero Luminoso compuesto por media docena de mujeres a las que ha convencido de que dispone de los medios para hacer triunfar la revolución perdida e iniciar desde el Perú un cambio de ciclo histórico que liquidará el capitalismo tal como lo conocemos y con él, a la historia misma. El Ingeniero integra en su plan la aparición sobre los cielos de Lima de una extraña formación de origen desconocido que causa una alarma mundial y que será la justificación para que diversas potencias extranjeras decidan intervenir ante lo que consideran una amenaza global que afecta a su seguridad. Todas estas circunstancias convertirán a Lima en una olla a presión que se volverá insoportable cuando el fenómeno colgado del cielo sobre el extrarradio de la capital del Perú empiece a hacer notar su influjo provocando variaciones dramáticas en su entorno físico y humano. Los diez millones de limeños serán rehenes del cruce de propósitos e intereses particulares entre los diversos antagonistas que no
dudarán en poner en juego el deteriorado equilibrio social con tal de aprovecharse de la situación por muy alto que resulte el precio. En medio del caos emergerá la figura contradictoria y anacrónica del coronel Doroteo Vásquez cuyo instinto policial, configuración moral heterodoxa, conservadurismo a ultranza y patriotismo le convierten en el muro de contención ante el desastre.
