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26,60 €Las memorias que se escriben en la vejez, al borde del abismo, acarrean siempre el último disgusto de la vida, pero escribirlas a los veinte años serÃa prematuro.
Siendo el autor joven, cuando un dÃa se encontraba afligido por algo o por alguien, un gran poeta le aconsejó que "no se enterase". Él trató de hacerlo, pero se sentÃa muy incómodo, como flotante, porque el cuerpo le pedÃa lo normal, alegrÃas y tristezas, las dos cosas, cada una a su tiempo, y llegó a la conclusión de que, si aquel poeta escribÃa buenos versos era, sin duda alguna, porque "se enteraba"; a un escritor le resulta muy difÃcil no enterarse aunque, con alguna frecuencia, tenga que compartir su vida con gente que no se entera.
Las memorias estrictamente autobiográficas -una tercera parte de este libro- no suelen molestar a nadie, porque les informan de algo que no les afecta, pero las otras, las del tiempo compartido por todos, pueden dar satisfacciones o hacer daño.
El autor no es partidario de extremos -salvo en el trabajo-, porque su vida ha estado inmersa en extremismos, y le dan dolor de cabeza las genialidades delirantes en cualquier campo; prefiere y admira la genialidad humanÃsima de Cervantes, al alcance de todos, y es superfluo añadir que estas memorias no son más que una mÃnima parte de los múltiples testimonios de una época parecidos o dispares, y que el autor ha intentado ser tan justo y piadoso como le permitÃa su naturaleza y la parcela de verdad que le corresponde y le debe al lector, y no pretende haber dicho la última palabra, ni la penúltima.