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12,30 €Un espléndido conjunto de «apuntes después de un viaje» por la ciudad marroquÃ.
Elias Canetti (1905-1994) nació en Rustschuk, Bulgaria, en el seno de una familia judÃa de origen sefardÃ. Su lengua materna fue el ladino, un dialecto del castellano. En 1911 su familia se trasladó a Manchester, Reino Unido. La muerte repentina de su padre en 1912 marcarÃa la trayectoria del escritor, que conservó hasta sus últimos dÃas un miedo casi irracional a la muerte. Su madre, viuda y con tres hijos, decidió trasladarse a Viena, de manera que el alemán se convirtió en la lengua literaria de Canetti. En alemán escribió en 1936 la que serÃa su primera y única novela, Auto de fe. La anexión de Austria por parte de Alemania le ofreció la posibilidad de estudiar de cerca el fenómeno del nazismo, puesto que Canetti no abandonarÃa Viena hasta después de la Noche de los Cristales Rotos en 1938, con rumbo a ParÃs y, finalmente, Reino Unido. A partir de entonces se dedicarÃa exclusivamente a terminar la que serÃa la gran obra de su vida, Masa y poder (1938- 1960), que abandonó solo eventualmente para escribir ensayos breves, teatro, apuntes y aforismos, recogidos en varios volúmenes. En 1981 recibió el premio Nobel de literatura. Entre sus obras, además de las citadas, destacan sus tres libros autobiográficos, La lengua salvada (1977), La antorcha al oÃdo (1980) y El juego de ojos (1985).
En este volumen de la obra completa de Elias Canetti se han unido dos obras muy diversas pero hermanadas por un nexo común: la capacidad de oÃr y la fascinación por la lengua oral que tenÃa el autor. Las voces de Marrakesch (1954) es un espléndido conjunto de «apuntes después de un viaje» por la ciudad marroquÃ. El Testigo Oidor (1974) es un insólito libro en el que Canetti regresa a la descripción caracterológica para regalarnos «cincuenta caracteres» que nos brindan una divertida lección de humanidad. Este hermoso volumen es un sexto de la obra completa del autor en DeBols!llo, una edición dirigida por Juan José del Solar. «Sueño con un hombre que olvida las lenguas de la Tierra hasta no comprender cuanto se dice en ninguna de ellas.» ELIAS CANETTI