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14,25 €Dicen que habÃa un ateo, un católico, un protestante, un judÃo, un musulmán y un monje zen que un dÃa decidieron reirse de sà mismos y de lo que representaban. SabÃan que era un ejercicio peligroso, porque podÃan atentar contra lo más Ãntimo y sagrado de todos ellos, asà que llegaron a un pacto: cada uno explicarÃa chistes de su propia religión. Empezaron, entonces, a contarse chistes y se partÃan de risa. Se dieron cuenta que, riendo, todos eran iguales; a todos se les relajaban los músculos faciales, todos notaban mariposas frenéticas en el estómago, que los pulmones se oxigenaban y que los lagrimales trabajaban con alegrÃa. Y por encima de todo, cuando acababan de reÃr y se hacÃa el silencio, notaban que todo se veÃa más claro, que se pensaba mejor que le sacaban hierro a los asuntos que les preocupaban. En la risa encontraron sui divinidad. A excepción del ateo, por supuesto